Todo pasa
por algo.
Siempre
he creído en eso. Cuando subes tarde a un camión, cuando tomas una pequeña decisión
inesperada, cuando eliges a que tienda entrar primero, o cuando sales cinco
minutos antes o después de tu casa. Y te pasan cosas, cosas que no esperas,
encuentras personas que nunca imaginarias y la vida te da una lección.
El miércoles
pasado tuve una entrevista de trabajo en otra ciudad, me levante temprano,
prepara mi cara, mi cerebro y mi corazón. Me fue bien, fue mi primera
entrevista completamente en alemán y aunque los nervios no me ganaron, no sé
que pasara y sé que este camino es un camino de paciencia y fortaleza.
De
regreso a casa, en la estación del tren me dieron ganas de tomar el primer autobús
que llegara para ir al centro, vino el K que confundí con el autobús F y lo tome, cabe decir que después
de 2 paradas me di cuenta que no era el correcto y que aparte llevaba la dirección
equivocada. Sospechas confirmadas cuando el chofer llego al final de la ruta y
me pidió que me bajara.
Yo en
tacones, con mi traje sastre y mi cabello perfectamente planchado, perdida en una zona industrial,
camine rumbo a la parada de autobús más cercana, ahí se encontraba una chica de raza
africana que se me quedo observando, después de unos segundos se dirige hacia mi y me dice: Sie sind sehr schön (usted es muy bonita)
Woher kommen Sie? (de donde es usted?) La chica tendría
unos 21 años.
Yo le respondí
que era muy amable al decirme eso. Y durante unos 20 minutos intercambiamos
historias, me contó que era de Camerún, que estudiaba Biotecnología en la TU de
Darmstadt, su nombre era Tatiana y que en nueve meses había aprendido alemán y
todas sus clases de la Uni era en este idioma. Que estaba de periodo
vacacional, pero que tenía que trabajar para tener dinero.
Cuando me
despedí de ella, le di gracias a Dios y a la vida de haberme perdido al tomar
ese bus y de haberla conocido. No intercambiamos números telefónicos ni correos electrónicos pero creo que nunca olvidare este encuentro.
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